
A lo largo de su historia, América Latina ha vivido muchas experiencias sangrientas y traumáticas con dictaduras de muy distintos colores políticos.
La dictadura de Pinochet en Chile entre 1973 y 1990 es sólo uno de los muchos ejemplos. En su libro, la autora chilena Nona Fernández se inspira en la serie de televisión estadounidense «Twilight Zone» para explorar esta brutal etapa de la historia de su país natal.
Puede que las dictaduras estén llegando a su fin, puede que se estén desvaneciendo en los debates actuales, perdiendo su presencia y su importancia en la política cotidiana. Sin embargo, sus efectos siguen presentes y tangibles décadas después de haber sido superadas. El recuerdo, la asunción de las experiencias históricas y el aprovechamiento de las mismas son retos permanentes para la sociedad, que también se reflejan en la literatura respectiva, a menudo décadas después de superada la dictadura.
Nona Fernández combina en su novela autobiografía, realidad y ficción. Entre los hechos se cuenta que en 1984, sin que se vislumbrara el fin de la dictadura de Pinochet en Chile, un hombre entra en la oficina de una pequeña revista de oposición en Santiago de Chile, se revela como miembro del servicio secreto y confiesa haber torturado a personas. Aunque se conoce el nombre y el número de identificación de este hombre, Fernández lo anonimiza a medida que avanza la historia, refiriéndose a él sólo como «el hombre que torturaba» en repetición constante.
De niña, vio su foto en el periódico. Lo recuerda 25 años después como periodista de investigación que trabaja en un reportaje sobre este hombre y el descubrimiento de los crímenes. Los hechos y la imaginación se entremezclan.
El libro adquiere su suspenso no sólo por el contraste entre la acusación de los crímenes del régimen y la constante ambivalencia en el juicio del hombre que torturó.
La narradora acusa al régimen, pero también a individuos, analiza, recuerda. Para ella, está claro que «la maldad es directamente proporcional a la estupidez»: «No es cierto que los criminales sean brillantes. Hace falta una buena dosis de estupidez para controlar las piezas de una maquinaria tan grotesca, absurda y cruel. Pura bestialidad disfrazada de plan maestro. Personas pequeñas con mentes pequeñas que no comprenden los abismos de los demás. No tienen ni el lenguaje ni las herramientas para hacerlo. La empatía y la compasión son cualidades de una mente brillante. La capacidad de caminar un poco en los zapatos de los demás, de cambiar de piel y ponerse otra cara: eso es un ejercicio de pura inteligencia».
En una mezcla de hechos y añadidos imaginarios, la narradora describe los destinos individuales de las personas, arrancadas de su cotidianidad, de la realidad de sus vidas, antes de que cada individuo desaparezca en la otra, la «dimensión desconocida», como sugiere el título original en español.
Sin embargo, es evidente que le resulta difícil clasificar al hombre que la torturó como parte de este complejo.
Una y otra vez se insertan conversaciones imaginarias con el hombre que la torturó o sus situaciones vitales igualmente imaginarias. Visualiza su huida de Chile a Europa a través de Argentina y nos hace temer involuntariamente con él si logrará cruzar la frontera sin ser molestado. O imagina su vida en el exilio.
Durante una visita al «Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos de Chile», inaugurado en 2010, busca a este hombre en fotografías y documentos, pero sabe que no lo encontrará allí: «No pertenece ni a los buenos ni a los malos, ni a los blancos ni a los negros. El hombre que imagino habita una zona imprecisa, más incómoda y difícil de categorizar, y quizá por eso no tiene cabida bajo este techo».
Ella formula la pregunta que todos los nacidos después deberían hacerse: «¿Cómo decides que ya no puedes hacer algo? ¿Dónde está el límite para tomar esta decisión? ¿Existe ese límite? ¿Qué habría hecho yo si, como usted, me hubiera alistado en el ejército a los dieciocho años y mi superior me hubiera ordenado cuidar de un grupo de presos políticos? ¿Habría obedecido la orden? ¿Hubiera huido? ¿Me habría dado cuenta de que era el principio del fin?
A la narradora le surge la pregunta: «¿Cuántas caras puede tener una persona?
La evaluación del comportamiento del hombre que la torturó permanece ambivalente y abierta hasta el final. Mientras la narradora en primera persona insiste a su compañero M. en que el hombre que la torturó, el monstruo, se ha arrepentido de sus actos, M. insiste: «Eso podría ser cierto. Pero eso sólo lo convierte en un monstruo arrepentido».
Este libro recuerda algo más que una etapa de la historia de Chile. El número de personas asesinadas durante la dictadura de Pinochet se estima en unas 3000. Varias decenas de miles de personas fueron detenidas y torturadas y varios miles de desaparecidos -la suerte y el paradero de 1.460 personas aún no se han aclarado oficialmente- pueden atribuirse a Pinochet y sus carniceros.
Por estremecedoras que sean estas estadísticas, siguen siendo abstractas y difíciles de comprender a la vista de la magnitud del crimen. Mirando las fotos de los asesinados y desaparecidos, la narradora ve «cada una de esas fotos... como una postal del pasado. Un grito de auxilio, gritando fuerte, suplicando ser escuchado». Nona Fernández rompe con esta abstracción de “números”, da nombre a las abstracciones, les da voz, cuenta su historia y así hace posible, al menos hasta cierto punto, comprenderlas, acercarse a ellas e incluso empatizar con ellas.
Sin embargo, Fernández deja un tema sin tratar. No tematiza la cuestión del perdón, que probablemente sea también una decisión muy personal para las víctimas y sus familias. Le preocupa recordar, no olvidar, «dar al mundo la mala noticia de lo que fuimos capaces de hacer».
Con «Twilight Zone» lo consigue de forma impresionante. Es un libro muy intenso, inquietante, que tiene un efecto duradero.
El diseño formal también contribuye a ello. La narración, los hechos y la imaginación se alternan, complementados por interjecciones a modo de monólogo del narrador o del hombre que fue torturado. El libro termina con una especie de poema, inspirado en la canción «We didn`t start the fire» de Billy Joel, en el que encadena todos los acontecimientos y personas clave entre 1949 y 1989. En su poema, la narradora hilvana todos los acontecimientos personales y políticos desde el Golpe de Estado de Pinochet en 1973 hasta su funeral en 2006.
Una de las injusticias insoportables de la historia es que un criminal como Pinochet nunca rindiera cuentas de sus actos. Aunque fue puesto bajo arresto domiciliario en Inglaterra en virtud de una orden de detención dictada por el juez español Garzón, fue liberado al cabo de un año y medio por problemas de salud y trasladado en avión a Chile, donde se paseó por la pasarela muy animado, disfrutó de impunidad gracias a una ley especial y murió en libertad a finales de 2006.
Cuando pensamos en la literatura de Chile, gran parte de ella queda eclipsada por el éxito mundial de Isabel Allende (su padre era primo de Salvador Allende), cuyo primer libro, «La casa de los fantasmas», sigue siendo hasta hoy su mejor obra.
Sin embargo, la literatura chilena tiene más que ofrecer. Merece la pena descubrir a Nona Fernández, varios de cuyos títulos están disponibles en alemán.
Deutsche Ausgabe:
Nona Fernández: Twilight Zone
Culturebooks 2024
ISBN:9788-3-95988-193-7
Spanische Ausgabe:
La dimensión desconocida
Random House
ISBN: 978-8439732808
Englische Ausgabe:
The Twilight Zone
Daunt Books 2022
ISBN: 978-1914198212